martes, 25 de junio de 2013

¿Quién es el culpable del nuevo fracaso futbolístico del América de Cali?

INFIERNO ROJO
Se caía de su peso, pero la gente cree lo que quiere creer. Se vende humo y todavía se come vidrio.
El derecho a la ilusión se mantiene en esto del fútbol. Sin embargo, la gente juzga premeditadamente. Y torna en “enemigos” y recurre a los insultos para quienes que dicen la verdad por dolorosa que sea y advierten de antemano sobre las catástrofes que están por suceder.
Así es esto del periodismo. Es finalmente lo que se paga por advertir y por no dorar la píldora, ni ocultar la mediocridad de otros.
Esta columna, mucho antes de la debacle escarlata, y como acá no soba chaqueta, ni se lagartean entradas o se vive de los famosos cupos publicitarios, anunció con anticipación: primero, que la nómina del América era muy liviana y limitada para jugar un torneo tan complicado como el de la B.
Segundo, que el equipo no jugaba bien y era una copia del año anterior con Eduardo Lara y, tercero, que ser primero en la tabla de posiciones con 39 puntos (no es récord como lo afirmaron algunos desubicados, porque el Pereira hizo 43 en el finalización del 2012), no era sinónimo de jugar bien.
Todo simplemente fue una cortina de humo, amparada en resultados agónicos y en ayudas arbitrales, que no conducían a nada.
Y entonces, como no estamos acostumbrados a la adulación eterna, a hincarnos de rodillas y somos defensores de verdad y la realidad por encima de todo, llegaron los insultos, llovieron los improperios y las salidas de tono que no tienen sentido.
Hoy que el América fue eliminado tras una deplorable actuación en un cuadrangular donde fue arrasado; entonces, todos nos dan la razón y aquellos que facilitaron la mentira, encubrieron el cuento y vendieron humo, ahora sí descaradamente, despotricaron con todo del América, argumentan del pobre fútbol del rojo y criticaron la falta de actitud de la mayoría de jugadores del cuadro escarlata.

Se rasgan las vestiduras en una actitud hipócrita que ellos mismos propiciaron o encubrieron por y para engañar a los aficionados.
Desde el inicio, acá se tocó el asunto. Exceptuando a Paulo César Arango a quien lesionaron y terminaron sacando por la puerta de atrás, y al veterano Héctor Hurtado, América se conformó con una nómina corta, mal armada y con muchos jugadores limitadísimos.
Los mismos que afirman que América tenía la mejor nómina de la B, son aquellos que dicen sin ruborizarse que futbolistas tan mediocres como Tavima, Córdoba (que además es un eterno problema disciplinario), Santacruz, Romero, Cano, Henao y Cardoza, son grandes jugadores.
Fueron los mismos que endiosaron a un inglés desconocido, a un “troncazo” como el brasileño Flavio Carvalho o a un arquerito a penas regular, como Alexis Viera, que a cambio de notas y entrevistas, era perdonado por cada gol que se hacía por partido.
Los aduladores del micrófono y la televisión regional, por vivir pensando en la cuenta o en la factura de cobro de sus cupos publicitarios, se olvidaron del asunto de la pelota y fabricaron ídolos de barro que se desintegraron justo en instancias tan definitivas.
Culpables de la debacle del rojo: el técnico que tiene visos de enfermo y posa de mártir, y sigue siendo un tipo prepotente y grosero; los directivos que le apuntaron todo a un equipo mal conformado sabiendo de sus limitantes; los jugadores que como mercenarios van y vienen sin importarles la camiseta roja, la institución y la hinchada, y los vendedores de humo, que inflaron una nómina corta y limitada, que no resistía el cartel “de gran favorito”.
La hinchada roja es la que siempre termina sufriendo con tanto verso y tanta mentira. Otra vez, los mismos que insultan, son aquellos que terminan pagando la total decepción de un equipo enfrascado en sus propias limitaciones.
El futuro rojo está en las buenas intenciones del abogado Edgar Navia, para traer refuerzos de verdad; pero ahora, el problema monumental es que no hay dinero, ni patrocinadores para grandes inversiones.
Los extranjeros deben irse porque no pasaron el examen, muchos tienen que marcharse por su falta de profesionalismo, los refuerzos deben ser unos diez y muchos del periodismo regional, que aprendan algo de este asunto y no todo lo vean a través de rodillas hincadas y enredados en mentiras eternas para engrupir incautos, porque “para verdades siempre estará el tiempo”.
Por: Wilfrido Franco García