miércoles, 26 de junio de 2013

Así acabaron con la violencia de los hinchas en el fútbol inglés

Desde la intervención del gobierno hasta el aumento del precio de la boletería ayudó a erradicarla.

Cada vez que aparece un muerto relacionado con el fútbol (esta vez, el protagonista es Óscar Eduardo Sandino, seguidor de Millonarios) aparece una pregunta recurrente: ¿cómo se combate la violencia en los estadios?
En Colombia entró en vigencia hace un par de años la Ley 1445 de 2011, en la que se endurecen las penas contra la violencia asociada al terrorismo. Es un primer paso, pero se concentró en los hechos que suceden dentro de los estadios.
El tema es que la violencia se trasladó a los alrededores o, incluso, a zonas muy alejadas de los escenarios deportivos. Por eso, el círculo vuelve a activarse: los clubes dicen que la responsabilidad es de la Policía, esta dice que el problema son los hinchas y estos devuelven la pelota…
En países como Argentina, de donde se copió el fenómeno de las barras bravas, el tema aún no tiene una solución efectiva. De hecho, hace apenas 12 días, un hincha de Lanús murió en los alrededores del estadio Ciudad de La Plata. La solución parcial fue prohibir, en la siguiente fecha, el acceso a los hinchas visitantes a los estadios.
Desde que comenzó a presentarse el problema en Colombia, hace más de 15 años, siempre se ha tenido el mismo punto de referencia a la hora de combatirlo: el fútbol inglés, que logró erradicar la violencia después de varias tragedias, tres de ellas muy dolorosas: la del 11 de mayo de 1985, cuando ardió una tribuna de madera en el campo del Bradford City y hubo 85 muertos; la del 29 del mismo mes en el estadio Heysel, de Bruselas, durante la final de la Copa de Europa entre Juventus y Liverpool, cuando hinchas ingleses lanzaron objetos a los italianos y luego iniciaron una avalancha, con un saldo de 39 muertos, y finalmente, el 15 de abril de 1989, 96 hinchas murieron aplastados en Sheffield tras una avalancha en la que cerca de 2.000 fanáticos intentaron ingresar al estadio sin boletas.

Los ‘hooligans’, término cuyo origen se remonta al apellido de un asesino de Londres de finales del siglo XIX llamado Patrick Hooligan, inspiraban miedo en toda Europa. Los clubes ingleses fueron sacados de las competencias europeas tras la tragedia de Heysel, y en el Mundial de Italia-90, Inglaterra fue ubicada en Cagliari, en la isla de Cerdeña, en un intento de aislarlos y evitar problemas mayores. Después, el equipo jugó en Bolonia, Turín, Nápoles y Bari, afortunadamente sin inconvenientes graves.
Mientras se determinaban medidas de choque, el gobierno británico asumía el tema con seriedad y tomaban decisiones de fondo. Lo primero: un conjunto de medidas represivas para atacar de frente el problema: facultades especiales a la Policía, penas mucho más severas a quienes protagonizaran actos violentos.
También los clubes fueron obligados a hacer reformas importantes a sus estadios: se eliminaron las mallas y las tribunas con aficionados de pie. Se ordenó la ubicación de cámaras de seguridad y detectores de metales y también, la instalación de silletería completa en todas las graderías. Para que el golpe, en lo económico, no fuera tan grande para los clubes, el gobierno les dio créditos y amplias facilidades para pagarlos.
Todo esto, además, hizo que apareciera una consecuencia paralela: el valor de las entradas a fútbol subió considerablemente, incluso hasta el triple de su valor. De esta manera, el gobierno inglés frenó la llegada de hinchas violentos a las tribunas, que, en su mayoría, provenían de sectores populares.
Era mucho más difícil conseguir las entradas si el precio subía. Y los hinchas que habían participado en disturbios se les obligaba a presentarse ante las autoridades a la hora en que su equipo jugaba.
Simultáneamente, la cadena de televisión satelital Sky compró los derechos de transmisión de la ahora llamada Premier League, llamada así desde 1992. De esta manera, si no había cómo pagar la boleta, no había otra opción diferente a ver el partido por televisión…
Así, los clubes vieron crecer sus ingresos exponencialmente. En 1990, el ingreso por derechos de televisión andaba por unos 50 millones de euros, a precio de hoy. El ingreso actual supera los 900 millones.
En Inglaterra, el tema funciona bien. En Colombia se han dado algunos pasos: a raíz del Mundial Sub-20, los estadios que sirvieron como sede del torneo ya no tienen mallas: Bogotá, Cali, Medellín, Pereira, Manizales, Armenia, Barranquilla y Cartagena.
A ellos se unió Cúcuta, que remodeló el General Santander para los Juegos Nacionales. Pero la inversión la hizo el gobierno, pues ningún club tiene estadio propio, salvo el Deportivo Cali, que no lo usa…
El otro paso es la llamada ‘Ley del Fútbol’, que reparte la responsabilidad de controlar a los aficionados entre los clubes y las autoridades, da una pena de seis meses a tres años a quien pretenda ingresar armas o estupefacientes a los estadios, invada el terreno o promueva acciones violentas contra la fuerza pública.
Además, castiga con la prohibición de asistir a los estadios de tres a cinco años a quienes agredan físicamente a otro hincha, y de dos a cuatro años si hay daño a los escenarios deportivos. A quienes empleen o lancen objetos peligrosos con fines terroristas, la pena es de cinco a diez años de prisión.
El ejemplo inglés se ha aplicado a medias en Colombia. Aún faltan muchas cosas por aprender y los últimos hechos de violencia son la prueba de que aún falta camino por recorrer.
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO
SUBEDITOR DE DEPORTES